El castellano-leonés Vela Zanetti nace en una casa labriega de la provincia de Burgos, en 1913. Sus padres son personas instruidas que le inculcan el amor al arte desde la más temprana edad. Zanetti presume de ser un autodidacta a la sombra de los maestros renacentistas florentinos, de los que adquirió la pasión por las grandes composiciones murales. Cuando una beca de la Diputación leonesa le lleva a Italia experimentará uno de los impactos más fuertes de su vida: la contemplación de las pinturas murales que Masaccio pintó en la iglesia florentina de Sta. María del Carmine. Esta experiencia influirá notablemente en su formación artística. Al finalizar la Guerra Civil embarca exiliado rumbo a América, donde permanecerá más de veinte años. Vive en diversos países y mantiene estrecha relación con Rufino Tamayo, Jorge Guillen o León Felipe, entre otros. Es gran amigo también del coruñés Eugenio Granell. La realización de un mural para la ONU de veinte metros de longitud, le abre muchas puertas en Estados Unidos. Pero Zanetti sólo piensa en volver a su pueblecito burgalés, del que había partido tantos años atrás. Así es, y hoy día vive allí retirado, en solitario, en la misma casa donde nació. Además de su abundante pintura de caballete, Vela Zanetti ha ido dejando sus grandes composiciones murales por todos los países por los que ha ido pasando, como fieles testigos de su arte.
titulo // Labrador
fecha_creacion // ca. 1962
tecnica // Óleo sobre tablex
dimensiones // 65 x 50
Aun en el momento de abordar una pintura de caballete, Vela Zanetti no puede ocultar nunca su condición de muralista vocacional. Los contenidos de sus composiciones son siempre de proporciones generosas y formas vigorosas, como esta obra, representando a un labriego que descansa momentáneamente de sus labores para beber,.En la composición no hay estados intermedios, ni en cuanto a las luces y sombras, ni en cuanto al dibujo. Se trata de una figura de formas duras, como si en vez de haber sido tratada con pinceles, hubiera sido cincelada a base de hachazos enérgicos y certeros, potenciados por unos contornos negros que le añaden solidez. La paleta de colores utilizada es habitual en el artista, contrastes entre fríos y calientes con predominio de colores tierras. Como si de un mural se tratara, las pinceladas son amplias, sin texturas ni insistencias.La temática ha de identificarse con la infancia del autor: el hombre y su relación con la tierra. No hay tintes crítico-sociales, tan sólo un homenaje a sus recuerdos más remotos.