Bores, Francisco
(1898 - 1972)

Nacido el año de la gran crisis española y la pérdida de las colonias de Cuba y Filipinas (su padre fue el último gobernador de Manila), Bores crece en el Madrid complejo y agitado de las primeras décadas del S. XX, en el ámbito cultural asociado a la Generación del 27, anhelante de regeneración y modernización. Tras abandonar las carreras de Ingeniería y Derecho, desde 1916 se dedica exclusivamente a la pintura, dando sus primeros pasos de la mano de Cecilio Plá. Hacia 1923 entra en contacto con el movimiento ultraísta del Madrid, en  las tertulias de los cafés Pombo y Gijón. Aunque el ultraísmo era un movimiento básicamente literario, también promulgaba un arte nuevo que Bores, como tantos otros artistas, experimentaba  a través de la ilustración de varias revistas editadas dentro de la esfera ultraísta, como Alfar, Horizonte o Revista de Occidente, a través de la cual surge una gran amistad con su director Ortega y Gasset, así como con otros destacados vanguardistas del entorno intelectual de la Residencia de estudiantes, como Salvador Dalí, Federico García Lorca o Rafael Barradas.

 Consciente del destino incierto que auguraba el panorama plástico español, y a pesar del loable esfuerzo de Los Ibéricos y otros movimientos en favor de la renovación plástica, en 1925, el mismo año en el que participa exitosamente en la emblemática Exposición de Artistas Ibéricos, se traslada a París, donde permanecerá hasta su muerte en 1972. En los cafés de Montmatre llegará a ser considerado como uno de los más importantes representantes de la Escuela de París.

 A su llegada a la capital francesa su pintura experimenta en el ámbito del cubismo, del surrealismo y de la abstracción para, posteriormente volver a la figuración, pero reducida a lo esencial, alejada de lo anecdótico. A mediados de la década de los 30 su obra se orienta a los interiores intimistas, a las síntesis espaciales y a la esquematización con una gama cromática suave. A partir de mediados de siglo evoluciona hacia  una estética próxima a la abstracción, definida como la manera blanca, en la que los cuadros se van depurando para  inundarlos de luz.