Hermen Anglada Camarasa nace en Barcelona, en 1871. Estudia en la Llotja con el maestro Modest Urgell, lo que imprime cierto academicismo a sus primeras obras. En 1894 se traslada a Paris, donde pronto adopta un estilo moderno, muy personal, con el que plasma los interiores de cabarets y las mujeres ojerosas y sensuales del Paris la nuit. En 1900 realiza su primera exposición individual en Barcelona, causando un gran impacto por la modernidad de su obra. Posteriormente expuso en Bélgica, Italia, Alemania y Inglaterra, donde, a pesar de obtener un éxito espectacular, su pintura levantó mucha polémica. Unos años más tarde cambia la temática parisina por temas folklóricos valencianos, que alternó con sus conocidos cuadros sobre gitanos andaluces. En 1905 participa en la Bienal de Venecia y poco después obtiene el gran premio y título de Maestro, que le hace ganar un importante reconocimiento internacional. En 1912 comienza los contactos con Mallorca donde funda la Escola Pollensina. Poco tiempo después la isla se transforma en su refugio dorado. A partir de entonces cambia de temática aunque sin abandonar su estética personal definitivamente consolidada. El pintor utiliza las formas tan peculiares del paisaje mallorquín, alejado de tentaciones puramente realistas, para crear nuevas sinfonías cromáticas brillantes de construcción. La Gran Guerra había cambiado el panorama histórico y cultural europeo, y él era consciente de que su mundo había quedado desplazado por los acontecimientos. Durante la guerra civil se refugia en el monasterio de Montserrat y al término de la misma vivirá difíciles momentos de penurias económicas en un exilio francés que duró diez años. Los últimos años de su vida transcurren de nuevo en Mallorca, donde pinta sus paisajes y fondos marinos.
titulo // Paisaje
fecha_creacion // 1925
tecnica // Óleo sobre lienzo
dimensiones // 90 x 65
Anglada Camarasa fue uno de los pintores de la segunda generación del modernismo catalán más internacionales de su tiempo. Esta obra forma parte de una serie que recoge diversos escenarios del valle mallorquín de Son de March, con su viejo pozo de piedra. Se trata del característico paisaje imaginativo y sinuoso que Anglada comenzó a pintar al llegar a la isla y que posteriormente le reportaría grandes éxitos entre el público americano. La composición de la obra deja en un segundo plano el argumento bíblico de La Samaritana, siendo el propio paisaje el verdadero protagonista de la obra. La composición, envuelta por dos grandes olivos, está fragmentada en varios planos sucesivos de colores bellamente contrastados.
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